Irreprimible

Sobre la muerte de Pinter.

Harold Pinter murió hace unos días. Un viejo sequísimo. De todos
modos, esto es lo que pasó cuando se lo comenté a alguien;

- A propósito, murió Harold Pinter.
- ¿En serio? ¿Cuándo?
- Hará tres días, el 23 ó 24 creo.
- Qué lata.
- Yeah, era muy seco.
- ¿Oye, y qué temas conocidos tenía el loco?

Me pasa por buscar conversación en un salón de pool.

Fin de Año

¿Es ésto todo lo que me ofrecieron?

No le veo mucha gracia.

Sí, es fin de año. Sí, se vienen trabajos Sí, estoy siendo ecléctico. Sí, estoy hastiado.

¿Sirven los anticonceptivos orales para hacer crecer el pelo?

¿Sirven los anticonceptivos orales para hacer crecer el pelo?


No. Si realmente hicieran crecer el cabello muchas mujeres tendrían pelos en la garganta y el estómago.

Esta historia sabe a naranjo

"¡Por fin tengo a alguien que no me hará cosas cochinas cuando
quedemos solos!", dijo la niña, mientras sostenía el feto. Acababa de
dar a luz, creyó, sin darse cuenta, un bebé frío y café (café es el
color que obtienes cuando mezclas bien azul y rojo). Pero cund fué a
contarle le dijeron, "Maldita puta, ahora tendremos que enterrarlo
para que nadie sepa de esto!"

Ahora te voy a contar una historia. Esta historia sabe a
naranjo. "¡Las historias no tienen sabor!", dijiste, pero pero te tuve
que golpear porque las pequeñas maracas de nueve años no tienen
derecho a contestarme.

Un hombre ciego vivía solo, o no tan solo, pues tenía consigo
un gato, un gato gordo y malvado. Malvado y gordo porque cada vez que
podía se comía toda la comida del ciego, partiendo por un pastel que
cortaba con un enorme cuchillo, o rompía a arañazos la cama del ciego,
por puro gusto. Pero el ciego no lo sabía, ya que cada vez que el gato
se comía toda la comida del ciego, partiendo por un pastel que
cortaba con un enorme cuchillo, o rompía a arañazos la cama del ciego,
por puro gusto, culpaba al tigre que vivía en la casa de al lado. El
tigre amaba al hombre ciego, y jamás le habría hecho daño. Pero el
ciego no lo sabía.
Un día, el gato gordo se aburrió. "No quiero seguir siendo el
triste gato de un hombre ciego" dijo, así que tomo el enorme cuchillo
con que cortaba el pastel y partió a abrirle el estómago al hombre
ciego. El tigre lo vió por la ventana y supo que iba a matar al hombre
ciego, así que entró por la ventana y se comio al gato gordo de dos
mordiscos. El hombre ciego fue al comedor al sentir el ruido, donde
aún estaba el tigre."¿Gato gordo, qué ha pasado?", interrogó el ciego.
"Ha entrado el tigre malvado que vive al lado", le respondió el mismo
tigre. Quizo el tigre hacerse pasar por el gato, pero temeroso de que
si el ciego le acariciase el lomo se diese cuenta de su tamaño, se
metió bajo la cama y se quedó ahí por días. El ciego diariamente metía
la mano bajo la cama y le acariciaba. El tigre era muy feliz con su
nueva vida, y salía sólo para comer comida de gato.
Un tigre no es capaz de sobrevivir sólo con la ración de un
gato, pero nuestro tigre jamás se atrevió a salir a robar pastel con
un cuchillo enorme como lo hacía el gato gordo. Y con cada día, se
hacía más debil y flaco, hasta que finalmente salió a comer, pero se
quedó tirado en el sueño insconsciente, incapaz de volver bajo la
cama. El hombre ciego tropezó con su cola, y al descubrir espantado
al tigre, le mató con el cuchillo con que cortaba el pastel.

-Es una feliz historia de amor la que te he acabado de contar.
-Pero no puede ser feliz, el tigre fue muerto por su amado ciego.
-Es feliz porque hubo amor de verdad. El tigre amaba al ciego, y el
ciego amó, sin saber, al tigre. Era mucho mejor que cuando estaba con
el gato que no le amaba. Creo que quedamos solos ya, ¿no?

Carta abierta a Carola la perdida.

Hoy ví a tu hermana en la plaza, o por lo menos creo que era ella. Te está siguiendo los pasos, andaba con una polera de un grupo que no conozco, jeans negros y bototos de milico. No se parece mucho a tí, es verdad, pero sí un poquito.

¿Dónde estarás ahora? Nadie sabe donde estás, ni siquiera el viento. ¿Estarás bien, o seguirás peleando contra tí misma? Quizás sigas en Rancagua. Quizás. Se extraña tener con quién conversar.

18 de Septiembre

Pasó el 18 de septiembre. Y fue igual que todos los años. La gente, obsesionada con la carne de animal muerto y el cuanto trago se pueden meter en el cuerpo. No me agrada esta fecha. Me desagradan los borrachos. No creo que esta sea la forma de celebrar lo que sea antes que nada, y le tengo un odio profundo a lo que se celebra ese día. La primera junta de gobierno, génesis de un país de desigualdades, de masacres, donde el dinero es más importante que la vida de los demás.


Ya sé que en todas partes se cuecen habas, pero eso no lo hace menos horrible. No soy chileno, y si lo soy es sólo legalmente. Mi corazón se retuerce en estas fechas.
Es complicado tener fé, cuando no hay motivos para tenerlas. Es sencillo el modo en que nos caemos y no nos levantamos más. Es complejo tratar de vivir, es sencillo morirse.

No hay diferencia en lo que hagamos, excepto el modo en que lo intentemos. Y si funciona todo igual, no hay motivo para hacerlo complejo.

Manchas

Las manchas florecen, grises algunas, del color del café otras. Toda la pared este las tiene, crecen como enredaderas, asfixiando la pintura. A veces toman la forma de llamas, incendio frío. Otras, puedes ver rostros en ellas. Ninguno de esos rostros es el mío.

Más acerca de mí

Peso: 73.0 kg.
Estatura: 175 cm.
Presión arterial;
Max. sistólica: 128 mmhg.
Min. Diastólica:75 mmhg.
Pulsaciones/minuto: 81
Grasa corporal estimada;
Índice de grasa: 19.8 %
Masa de grasa: 14.4 kg.
Masa sin grasa: 58.6 kg.
Edad y sexo: 28 masc.

Yay.
Ya van tres noches seguidas que sueño lo mismo. Que me matan a golpes. Y no hago nada por evitarlo. En el sueño tengo miedo, pero no me defiendo porque siento que es necesario que me deje matar. Pero despierto, asustado, no tanto de la muerte, sino de la brutalidad de ésta. Ya van tres noches seguidas en las que despierto con miedo, y no puedo volver a dormirme. Tendré que empezar a dormir de día. Mentira, ya lo hago.

Me pasa por juntarme con viejos.

Necesitaba interrogar a algún viejo, por motivos que no voy a nombrar
acá, no corresponde, y me puse a buscar a algún viejo admirable. Casi
todos mis viejos admirables, o eran profesores o estaban ligados de
algún modo a la educación o al conocimiento.

Si hubiese tenido una libreta negra con sus nombres, hubiese tenido
que tachar sus nombres uno por uno. Perdí la costumbre de ir a ver a
la gente hace un par de años. Ahora salí de mi agujero y me encuentro
con que a todos se les dió por morirseme. Como es típico mío, fuí el
último en enterarme. No sé si fuí excluido por los familiares , o
simplemente no sabían que existía. De los alcanzables, la última era
una monja bastante chúcara, con un vocabulario tan extranjero como su
feminismo clerical. El fin de semana me dí un viaje para pasar a verla
(interrogarla), y la sor que me dió la noticia dijo, literalmente «Se
murió el año pasado y debe haber caído derechito en el infierno».

Para variar, los buenos viejos duran poco. Si quieres vivir harto,
hay que ser un hijo de puta, y que me perdonen los verdaderos hijos de
puta por la ofensa.

El último día de marzo.

Si dejas abiertas las puertas de par en par, el viento camina junto a tí, te acaricia el rostro y salta por la ventana. Lo acompañan los susurros adormilados de automóviles lejanos, suaves, llenos de recuerdos. La luz del sol lo limpia todo.

Es fácil darse cuenta de que quiens viven son ellos y no nosotros. Nosotros sólo existimos. Ellos son los dueños de la vida eterna, aquella que no se desvanece bajo el abrazo de la tierra.

La verdad de la semana santa.

El fin de semana santa se celebra la pasión de Cristo (Extrañamente, se le llama pasión al hecho de que fue azotado, humillado, desnudado y crucificado. Quizá se puede inferir que Jesús era masoca.), la muerte, luego un día de relleno y la resurrección al tercer día.

Algo bastante apócrifo es el porqué salió de su tumba al tercer día. Normalmente la curia da motivos teológicos, explicaciones que rayan con la numerología, de misticismo innecesario. No los culpo. En su imaginario, TODO apesta a mística del modo en que los abuelos apestan a naftalina. Pero, lo que ocurrió en realidad fue bastante distinto. Jesús resucitó a la noche del primer día.

La misma noche en que murió, Jesús resucitó. Con las marcas aún frescas, la poca ropa que llevaba entintada en sangre, enrollado como un burrito en un sudario sucio. A la oscuridad. Al silencio interminable de un sepulcro cuya única entrada fué obstruída con una roca.

Hay dos teorías principales sobre esta roca, del tamaño de un hombre, que tapada la única entrada al improvisado mausoleo. La primera, es que a Jesús se le olvidó avisar de que resucitaba más rato, o simplemente no quizo hacerlo. Después de lo de Judas es comprensible, no fuese a ser cosa que resucitara a los quince minutos y lo estuviesen esperando tres soldados romanos para crucificarlo de nuevo por porfiado. La segunda, es que les avisó a sus apóstoles durante la última cena. Jesús sabía que resucitaría, cuando y donde. Mandó a Judas a delatarlo por treinta monedas, monedas que usarían para contratar unas niñas alegres para pasar el mal rato de la crucificción (Cabe hacer notar que Judas sí traicionó a Jesús, aunque no del modo en que dice la biblia. Si bien el sólo obedecía órdenes de su maestro al delatarlo, luego fué y se gastó las treinta monedas en las maquinitas tragamonedas).
Pero, Jesús no contaba con el desagradable sentido del humor de Mateo, Pedro y Pablo. Antes de que pudiera resucitar -deberían intentarlo ustedes en su casa, no es nada fácil-
, el trío de wetas tapó la entrada con una roca pesada y se marcharon del lugar, muertos de la risa imaginándose la cara del pobre nazareno cuando reanimara.

Sea cual sea la teoría correcta, Jesús pasó Viernes, Sábado, y toda la mañana del Domingo gritando por si alguien le escuchaba y le ayudaba a correr la roca. Sin nada que comer, ni beber. Ni nada tampoco para limpiarse el culo después de hacer sus necesidades -La mancha que se ve en el sudario que se mantiene en el vaticano... no es sangre-. Le rogó a su padre que enviase a un par de ángeles a ayudarle, pero andaban todos en Mendoza aprovechando el fin de semana largo.


Esto es bastante diferente de la historia oficial, pero es normal que los medios de poder cuenten la historia del modo que más les convenga a ellos. Y no sería bueno para la imagen del Vaticano andar contando que el primer papa de Roma anduviese haciendo bromas pesadas en una fecha sagrada como Semana Santa.

Una abeja muerta.

El sábado murió una abeja. Casi en realidad no le importa a nadie. Se posó en una cortina, tarde ya, había anochecido. Movía de vez en cuando las antenas, y nada más. No la saqué de ahí, no me importó mucho honestamente.

Al rato la traté de mover, y cayó vacía al suelo, muerta. Quizá las abejas no viven mucho, pero me dió lástima que hubiese vivido y muerto de esa manera.

No sabía qué debía hacer con ella. La puse debajo del mostrador, y ayer se me olvidó decidir lo que haría. Hoy deben haberla encontrado y arrojado a la basura. Creo que sería mi culpa.

La ventana del trabajo.

Hay cosas tristes y cosas no tan tristes. Lo cual es una mentira, las cosas sólo son, y nosotros les transferimos nuestros sentimientos a ellas. Y, aún esto es una mentira, las cosas no son.
Una de las cosas que me desagrda de mi trabajo actual, es que las ventanas son tan grandes, demasiado grandes. Ves todo lo que pasa afuera, unas mujeres gordas acarreando niños, borrachos contando monedas en sus manos temblorosas que parecen morirse cada vez que se abren, árboles escondidos bajo sábanas de polvo, y gente de todas las edades unos pasos más allá esperando a que un extraño les arregle la vida con oraciones y hierbajos a cambio de unas cuantas monedas.
Pasar el día viendo todo eso es triste, es no tan triste, no lo es y también no es nada.

Chocolate y frambuesas

El cumpleaños de un primo y un tío fue ayer. El típico asado, mucha gente, lo de siempre en realidad. Carne más que nada. Terminado el asado fueron las tortas, una llamada consuelo, y otra de chocolate y frambuesas. Volaron platitos con torta para todos, incluso para los que no comían. Me levanté del sillón cuando terminé de comer, y miré con cierto morbo el la base de cartón donde quedaron los restos de la segunda. Daba la impresión de que hubiesen destripado a un animal ahí mismo.