Irreprimible

Una abeja muerta.

El sábado murió una abeja. Casi en realidad no le importa a nadie. Se posó en una cortina, tarde ya, había anochecido. Movía de vez en cuando las antenas, y nada más. No la saqué de ahí, no me importó mucho honestamente.

Al rato la traté de mover, y cayó vacía al suelo, muerta. Quizá las abejas no viven mucho, pero me dió lástima que hubiese vivido y muerto de esa manera.

No sabía qué debía hacer con ella. La puse debajo del mostrador, y ayer se me olvidó decidir lo que haría. Hoy deben haberla encontrado y arrojado a la basura. Creo que sería mi culpa.

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