Gatillo
No me gusta matar. No particularmente. Lo único que podría decir que disfruto es cuando recibo el pago. Aunque si no lo recibo me frustro, y me veo oblgado a matar al patrón entonces. Son dos muertos, y nadie me pagará un peso por ellos. Ahí sí que es desagradable.
A veces, si siento que no me toman en serio, mato primero al patrón y luego al otro. Me calienta un poco la sangre. Pero normalmente encuentro cómo pagarme. En mi cuarto hay una colección bastante heterogénea de artículos normalmente encontrables en lugares bastante pintorescos. Tengo desde pelotas de fútbol autografiadas por Maradona, hasta un par de arbolitos bonsai, pasando por computadoras, lapiceras Parker, diversas joyas que no me he dado el tiempo de vender ni regalar a nadie, relojes caros, y cosas así.
Normalmente, lo que hago es bastante fácil. Me contactan a través de mi intermediario (Un gallego con un acento fortísimo, dueño de un bar en la zona bohemia), luego el mismo gallego hace el trabajo de inteligencia, y yo me limito a llegar y descargar un par de Jericho 941 que son mis favoritas. Nunca me fijo muy bien a quién le doy al principio. Cuando ya ha pasado el desmadre recién me detengo a confirmar si le dí al blanquito. Si no, me cercioro de que no haya salido corriendo por una ventana, y de no ser así, empiezo a revisar los armarios uno por uno. Esa no es la parte más fácil, pero sí la menos arriesgada. En resumen, me gano la vida apuntando con el arma, a gente que no conozco, y luego "Bang".
Pero hoy no. Voy a dispararle a alguien a quién conocía desde hace mucho, pero nunca le había puesto mucha atención. Mataré a alguien y lo haré sólo porque se lo merece, no porque alguien me pague por ello. Porque realmente, no es bueno que siga vivo. Será más fácil que de costumbre, no tratará de huír, ni de defenderse. Estará totalmente de acuerdo con su muerte, e incluso será feliz de morir. Apoyo la pistola en mi sien, y esa persona sonríe, soy yo. Y no sé porqué, no me siento intranquilo de que alguien me apunte al cerebro. Apreto el blando gatillo un poquito y....
A veces, si siento que no me toman en serio, mato primero al patrón y luego al otro. Me calienta un poco la sangre. Pero normalmente encuentro cómo pagarme. En mi cuarto hay una colección bastante heterogénea de artículos normalmente encontrables en lugares bastante pintorescos. Tengo desde pelotas de fútbol autografiadas por Maradona, hasta un par de arbolitos bonsai, pasando por computadoras, lapiceras Parker, diversas joyas que no me he dado el tiempo de vender ni regalar a nadie, relojes caros, y cosas así.
Normalmente, lo que hago es bastante fácil. Me contactan a través de mi intermediario (Un gallego con un acento fortísimo, dueño de un bar en la zona bohemia), luego el mismo gallego hace el trabajo de inteligencia, y yo me limito a llegar y descargar un par de Jericho 941 que son mis favoritas. Nunca me fijo muy bien a quién le doy al principio. Cuando ya ha pasado el desmadre recién me detengo a confirmar si le dí al blanquito. Si no, me cercioro de que no haya salido corriendo por una ventana, y de no ser así, empiezo a revisar los armarios uno por uno. Esa no es la parte más fácil, pero sí la menos arriesgada. En resumen, me gano la vida apuntando con el arma, a gente que no conozco, y luego "Bang".
Pero hoy no. Voy a dispararle a alguien a quién conocía desde hace mucho, pero nunca le había puesto mucha atención. Mataré a alguien y lo haré sólo porque se lo merece, no porque alguien me pague por ello. Porque realmente, no es bueno que siga vivo. Será más fácil que de costumbre, no tratará de huír, ni de defenderse. Estará totalmente de acuerdo con su muerte, e incluso será feliz de morir. Apoyo la pistola en mi sien, y esa persona sonríe, soy yo. Y no sé porqué, no me siento intranquilo de que alguien me apunte al cerebro. Apreto el blando gatillo un poquito y....
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