Hubo un tiempo en que me levantaba de la cama a cinco de la tarde. El sol parecía cansado de estar en el cielo todo el día, y lo único que deseaba era desaparecer pronto. No recuerdo a que hora se ponía el sol. Me quedaba en la playapara ver como hería el mar, y la sangre cubría las nubes cercanas. Una vez se lo dije a la persona que amaba, y ella sólo comentó; "Pucha que eris poeta". Se terminó la cerveza de un sorbo, y arrojó la lata a las dunas. Limpió sus labios con la manga de su poleron (realmente era mi polerón, se lo presté y jamás me lo devolvió) y me preguntó que haríamos a la noche. No le dije nada, cerca había unos juegos mecánicos, y dejé que los chillidos del barco pirata le contestasen. Confieso que me daba miedo subirme, siempre terminaba escapándome de la fila a última hora.
Siento melancolía cuando recuerdo eso.
(Quizás fuí feliz).
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