Carta abierta a VRZelda, 17 de marzo del 2006..creo.

Hoy no he hecho nada; Esperar, quizá, que termine el día. Que anochezca y los rostros de la calle se vean menos duros. Todo el día con un agujero en los pulmones. Pregúntale a Tori qué es el vacío. Pulmones vaciados. Me lo he pasado frente a esta máquina, que mi hermano menor insiste en tratar como una consola carísima. Ravel me consuela un poco, y me doy cuenta de que no se nada de Él excepto que su nombre era Maurice, y que su música me agrada demasiado. ¿Donde habrá nacido, vivido? ¿Se habrá casado, o era de vida alegre? ¿Qué le habrá llevado a escribir esta música tan hermosa, hambre quizá? ¿Que lo inspiro a escribir "La Rapsodia Española"?
Su música es irreal; no fue hecha para esta vida. Es imposible pensar en que su "Bolero" pueda acompañar cualquier vida, en cualquier momento. Inténtalo. "Pa pa pa parararaaaa..." al caminar en la calle al mediodía. O al viajar a tu hogar, en la noche. "Papapapa, papapapa pa pa" al saludar a tu esposo. " Paaaa pa papapa.." en cualquier momento. Sentirás que algo no calza. Deja un pedacito de tu corazón transformado, Maurice Sabía eso, en algo que ya no te servirá para vivir. ¿Y para qué usarás ese trocito ahora? Para soñar en una vida que no es tuya. "PA PA PA PAAAAAAA, PAPAPA PAAAAA" agigantado, con una fuerza que no es posible experimentar. Llevar ese sentimiento tan épico que te acelera el corazón, y hace que tu pecho se reviente. No te es posible correr, va en contra de ese ritmo perfecto. Y a los 15 minutos, se apaga. Un cuarto de hora que es más grande que todas nuestras vidas juntas.
Y te das cuenta de que hemos nacido, con el único propósito de escuchar a Ravel, y alabarlo. Maurice es un dios; Creó un mundo completo en 15:28, tan perfecto que sentimos tristeza en su apoteosis. Llegará un momento en que nuestro ocaso sea inminente, y entonces le mostraremos a nuestros hijos e hijas la maravilla que escuchamos en nuestra juventud, que nos cambió para siempre. Ellos escucharán, y desde entonces vivirán para tener hijos, y a su vez enseñarles el evangelio, escrito no con letras, sino en partituras sublimes.