Irreprimible

Luna, 13 de noviembre del 2005

Nunca me ha atraído la idea de comer animal quemado y recalentado. Pero lo hice, porque ya eran las nueve de la noche y no había comido casi nada en el día. Tragar, ensalada, jugo de naranja. Mi primo en la televisión veía "Padre de Familia", y yo lo veía de colado, por sobre su hombro. Es mejor que ver el trozo de carne en el plato. Y el trozo de carne me hubiese hecho sentir mal si lo hubiese mirado todo el rato antes de echarmelo a la boca.
Me lavé los dientes para quitarme ese aliento apestoso, y me fuí a la pieza. Estaban mis primos viendo fotografías en el dvd de un viaje al norte, y no quería estar cobn ellos, quería estar solo, así que me fuí al patio, a echarme en la hamaca.

La luna estaba casi llena, se traslucía entre el parrón, y un cascabel de bambú colgao de éste daba su melodía monótona. Voces que atravesaban la cortina de la pieza, como fantasmas, y llegaban al patio. "Es muy hermoso, era en invierno pero es como si fuera verano, veintiocho grados siempre." Mientras me enredé en la hamaca pensaba en la geometría no euclidiana, un problema que no recuerdo ahora, y que posiblemente no recordaba del todo en ese momento. "Todo sin contaminar, y detrás de ese cerro puro desierto, una weá inmensa, no podís imaginartelo". La luna la luna, la luna seguía ahí. Me hacía pensar en el día, en todo lo que pasó."Y pareciera que no conocieran la maldad, la gente allá es súper humilde". Me obligó a darme cuenta de que todo el día había tenido un puchero en la boca. Que no me sentía bien, y que no era por algo externo. La luna fue.
Era yo, que me sentía muy solo.

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